Siempre se supo que de las más adversas
circunstancias surgen las mejores lecciones. Ojalá que de ésta triste
experiencia mundial; (que al decir de los especialistas recién está dando sus
primeros pasos en nuestro país) aprendamos a reconocer lo bueno que aún tenemos
de nosotros mismos como pueblo, como sociedad; porqué lo malo lo vivimos
señalando; a veces hasta con desmesurada intencionalidad: Atacando, agrediendo,
usando la fuerza de la degradación para desprestigiar al otro, así sea porque
piense distinto o pertenezca a determinado núcleo social.
El Coronavirus, que como tal se ha
transformado más que en una mala palabra en un enemigo poderoso y cobarde,
porque ni siquiera da la cara para saber por dónde anda, ha descubierto en
nuestro colectivo social que tenemos la capacidad de acatar una orden común, de
solidarizarnos, de darnos cuenta que no necesariamente los desobedientes y
desubicados pertenecen a una determinada facción de la sociedad; es que
imbéciles hay en todos lados o a cada momento y no por eso tenemos que
clasificarlo y colocarlo en un casillero como tal. Lo importante aquí sería que
la mayoría no nos desviemos por esas conductas poco inteligente, porque
entonces le restamos fuerzas a nuestro ejército de resistencia, que hoy más que
nunca tiene que estar a pie firme en el frente de batalla.
Dije ejército. A propósito de esto; en
nuestro país habíamos perdido el sentido y el concepto de la disciplina, de un alineamiento, de
formar filas y respetar una autoridad. La democracia nos llevó a creer que
porque es sinónimo de libertad para un montón de cuestiones productivas, se
pueden permitir lo que sea, lo más ocurrente y disparatado que se le ocurra a
cualquier individuo. Hace poco recordaba en una charla de sobremesa: Se perdió
aquello de "tus derechos terminan donde empiezan los del otro"; o este que dice: " Quieres derechos,
tienes obligaciones". Este es el punto. Si primero no reconocemos las
herramientas que nos permitan desenvolvernos socialmente, difícil será que
después no me equivoque, más aún en momentos como los que nos está tocando
vivir.
Voy a pensar que con todo este embrollo, que
no sabemos ni cómo y cuándo termina, no sigamos después con la tan
desafortunada grieta que nos dividió como pueblo, nos distanció entre nosotros
y nos condujo a cometer errores y a conformar una sociedad de necios e idiotas.
Tuvo entonces que venir un mal para que descubra el lado bueno, hospitalario,
consciente, humano, valioso que también tenemos y que debe ser de aquí y en
adelante la característica que nos diferencie del país que hasta aquí
construimos en los últimos 50 años, con más errores que aciertos, y aun así
estamos vivos, juntos, codo a codo y luchando por ganar esta contienda.
José Luis Benítez. Recreo. Santa Fe.
22/03/2020
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